Iglesia de Wies, Alemania, 1745-1754

domingo, 28 de agosto de 2011



Neoclasicismo



Estilo artístico que se desarrolló especialmente en la arquitectura y las artes decorativas; floreció en Europa y Estados Unidos aproximadamente desde el año 1750 hasta comienzos de 1800 y se inspiró en las formas grecorromanas. Más que un resurgimiento de las formas antiguas, el neoclasicismo relaciona hechos del pasado con los acontecidos en su propio tiempo. Los artistas neoclásicos fueron los primeros que intentaron reemplazar la sensualidad y la trivialidad del rococó por un estilo lógico, de tono solemne y austero. Cuando los movimientos revolucionarios establecieron repúblicas en Francia y en América del Norte, los nuevos gobiernos republicanos adoptaron el neoclasicismo como estilo oficial porque relacionaban la democracia con la antigua Grecia y la República romana. Más tarde, cuando Napoleón I subió al poder en Francia, este estilo se modificó para servir a sus necesidades propagandísticas. Con el nacimiento del movimiento romántico la prioridad por la expresión personal sustituyó al arte basado en valores ideales.
El estilo neoclásico se desarrolló tomando como punto de referencia la excavación en Italia de las ruinas de las ciudades romanas de Herculano en 1738 y de Pompeya en 1748. Ensalzando la noble simplicidad y el gran sosiego del estilo grecorromano, el historiador alemán Johann Winckelmann instó a los artistas a estudiar y a imitar su eternidad y sus formas ideales. Sus ideas encontraron una entusiasta acogida dentro del círculo de artistas reunidos en torno a él en el año 1760 en Roma.
La pintura neoclásica se centró en Roma, donde muchos pintores expatriados se agruparon en torno a la figura del historiador alemán Johann Winckelmann. Su círculo incluía al pintor bohemio Anton Raphael Mengs. El Parnaso de Mengs (1761) un fresco pintado para la villa Albani en Roma, fue diseñado especialmente por consejo de Winckelmann. A diferencia de las típicas composiciones de frescos del barroco o del rococó, su composición es simple: sólo unas pocas figuras, en total calma, con poses semejantes a las de estatuas antiguas.
Las mismas tendencias se hacen patentes en la obra temprana del pintor francés Jacques-Louis David, uno de los máximos exponentes de la pintura neoclásica.

Su “Juramento de los Horacios” (1784-1785, Louvre, París) exalta el tema del patriotismo estoico. El cuadro neoclásico concebido como espacio arquitectónico y el friso como cita de figuras, reflejan la preocupación neoclásica de composición lógica y clara. Los perfiles definidos y una luz dura proporcionan a estas figuras la cualidad de estatuas. Los trabajos realizados por David, encargados por Napoleón, como la Coronación de Napoleón y Josefina (1805-1807, Louvre) están muy alejados del esplendor y del poder que emanaba la ceremonia.
A comienzos de la década de 1790 los artistas empezaron a pintar imitando las siluetas representadas en la cerámica griega.
El exponente más destacado de esta manifestación fue el inglés John Flaxman, cuyos grabados de líneas simples, para las ediciones de la Iliada y la Odisea de Homero sustituían la perspectiva tradicional, la luz y el modelado, por diseños de líneas puras. Uno de los alumnos más aventajados de David, heredero de su trayectoria e intérprete de la tradición clásica fue Jean August Dominique Ingres que adoptó la doble dimensionalidad de la obra de Flaxman, tal y como puede apreciarse en su obra Los embajadores de Agamenón (1801, Escuela de Bellas Artes, París).

Siglo XIX



El Romanticismo, es un movimiento artístico e intelectual europeo que se extiende aproximadamente desde 1800 hasta 1850. El romanticismo no puede ser identificado con un estilo singular, con una técnica o con una actitud, pero sin embargo la pintura romántica se caracteriza por una aproximación muy imaginativa y subjetiva, intensidad emocional y por un carácter visionario u onírico. Mientras que el arte clásico y neoclásico es mesura, claro y completo en cuanto a la expresión, el arte romántico se caracteriza por esforzarse en expresar estados de ánimo, sentimientos muy intensos o místicos, así como por eludir la claridad y la definición. El escritor alemán Ernst Hoffmann definió la esencia del romanticismo como la “infinita añoranza”. En la elección de temas, los artistas del movimiento romántico mostraron predilección por la naturaleza, especialmente en su aspecto más salvaje o misterioso, así como con asuntos exóticos, melancólicos o melodramáticos que producen miedo o pasión.
La palabra ‘romántico’ se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza. El escritor y estadista británico Edmund Burke, por ejemplo, identificó la belleza con la delicadeza y la armonía, y lo sublime con la inmensidad, la oscuridad y la capacidad para inspirar terror. También durante el siglo XVIII, los sentimientos comienzan a ser más importantes que la razón. La poesía romántica inglesa y alemana apareció en la década de 1790 y a fines del siglo experimentó un cambio desde la razón hacia los sentimientos. Éstos y la imaginación comenzaron a reflejarse en las artes como en las visionarias ilustraciones del poeta y pintor inglés William Blake, los cuadros de pesadillas de su amigo el pintor suizo-inglés Henry Fuseli y los sombríos grabados de monstruos y demonios realizados por el pintor español Francisco de Goya.
En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo, influido por el pintor flamenco barroco Petrus Paulus Rubens.
La principal figura del romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. En su Coracero herido (1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores románticos constituía la esencia de la condición humana.
La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-1819), retrata a escala heroica el sufrimiento de la humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos (1824).
Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la música. Rechazando el énfasis neoclásico sobre la forma y los rasgos, utiliza medios tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario y no del oscurecimiento de uno de ellos. Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.
En Inglaterra, así como en Alemania, los paisajes impregnados de un sentimiento romántico se convierten en la principal expresión de la pintura romántica, aunque los artistas ingleses fueron más innovadores en estilo.
John Constable, proveniente de un entorno natural salvaje asociado con muchos poetas y pintores románticos, dotó a los paisajes ingleses de un profundo sentimiento. Fue el primer gran artista en trabajar al aire libre y en llevar al lienzo la frescura de la visión a través del uso de colores luminosos y llamativos a base de pinceladas densas.
Joseph Mallord William Turner expresó la visión más radical de todos los artistas románticos. Comenzó con paisajes que se remontan al pintor francés del siglo XVII Claudio de Lorena, pero transformó algunas de sus obras tardías como Tormenta de nieve: barco de vapor de Harbour Mouth (1842), en una mezcla de efectos atmosféricos de luz y color, mezcla de nubes, niebla, nieve y mar en un torbellino en el cual los diferentes objetos se diluyen.
REALISMO, en arte y en literatura, supone el intento por describir el comportamiento humano y su entorno, o por representar figuras y objetos tal y como actúan o aparecen en la vida cotidiana. Esta tendencia ha existido periódicamente a través de la historia en todas las artes; sin embargo, el término se restringe habitualmente al movimiento que comenzó a mediados del siglo XIX como reacción frente al romanticismo. La diferencia entre el realismo y el naturalismo es más difícil de definir, a pesar de que los dos términos son a menudo usados indistintamente. La diferencia estriba en el hecho de que el realismo se ocupa directamente de aquellas cosas que son aprehendidas por los sentidos mientras que el naturalismo, un término más bien aplicado a la literatura, intenta aplicar teorías científicas al arte.
En arte, aunque nunca se desarrolló una escuela realista como tal, el concepto sí se ha manifestado de diferentes maneras y en distintas ocasiones. El término realista, utilizado para describir una obra de arte, a menudo, significa simplemente objetos y figuras feas en oposición a aquellas que se consideran bellas. Con frecuencia se usa para describir escenas humildes de la vida. Este término implica una labor de crítica a las condiciones sociales, sin rehuir en ningún momento lo desagradable, como ocurre en las obras de algunos artistas franceses, catalogados como realistas sociales. Estos pintores desafían las modas y gustos de la época y proponen un nuevo modelo de artista comprometido socialmente.
El más importante de todos ellos es Gustave Courbet, que utilizó para sus cuadros formatos de dimensiones colosales, en los que con frecuencia representaba temas escabrosos y provocativos que trataban de escandalizar la moralidad burguesa, como en Regreso de la conferencia, donde representó a un grupo de clérigos absolutamente beodos. Otras obras suyas importantes son Los picapedreros (1849, destruida durante la II Guerra Mundial) y El estudio del artista (1855, Museo de Orsay, París). Dentro de este grupo de pintores franceses destacan también Jean-François Millet dedicado a temas de contenido social, con sus escenas de campesinos (El Ángelus, 1857-1859, Museo de Orsay), y Honoré Daumier, irónico ilustrador de temas políticos y judiciales y pintor de las clases obreras.
IMPRESIONISMO
Movimiento pictórico francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte académico. El movimiento impresionista se considera el punto de partida del arte contemporáneo.
El impresionismo en pintura partió del desacuerdo con los temas clásicos y con las encorsetadas fórmulas artísticas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes. La Academia fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. Los impresionistas, en cambio, escogieron la pintura al aire libre y los temas de la vida cotidiana. Su primer objetivo fue conseguir una representación del mundo espontánea y directa, y para ello se centraron en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Las figuras principales del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille Pissarro, Auguste Renoir y Alfred Sisley.
Los impresionistas se preocuparon más por captar la incidencia de la luz sobre el objeto que por la exacta representación de sus formas, debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. Los pintores académicos definían las formas mediante una gradación tonal, utilizando el negro y el marrón para las sombras. Los impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando para ello los colores primarios —cyan, magenta y amarillo— y los complementarios —naranja, verde y violeta—. Consiguieron ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la luminosidad mediante el contraste de un color primario (como el magenta) con su complementario (verde). De este modo, los impresionistas lograron una mayor brillantez en sus pinturas que la que se produce normalmente al mezclar los pigmentos antes de aplicarlos.
Édouard Manet considerado el primer impresionista —aunque rechazaba este calificativo— mostró cómo se podían obtener sutiles representaciones de luz por la yuxtaposición de colores fuertes y contrastados. Su cuadro La merienda campestre (1863, Museo de Orsay, París), expuesto en el Salón de los Rechazados (Salon des Refusés) organizado en oposición a las exposiciones oficiales en el Salón de la Academia, señaló el comienzo de una nueva era en el arte. Los pintores impresionistas organizaron su primera exposición independiente en 1874. Los treinta participantes compartían su rechazo al academicismo imperante y su admiración por las atrevidas composiciones de Manet. El término impresionista fue usado por primera vez por el crítico Leroy en la revista Charivari para denominar irónicamente un cuadro de Claude Monet titulado Impresión, amanecer (1872, Museo Marmottan, París). El término fue adoptado oficialmente durante la tercera exposición impresionista en 1877. Los impresionistas fueron apoyados por notables miembros de la sociedad francesa, como los literatos Émile Zola y Charles Baudelaire, el pintor-coleccionista Gustave Caillebotte, y el marchante de arte Paul Durand-Ruel. Sin embargo la prensa y el público, acostumbrados al convencional estilo académico, se mostraron hostiles hacia el nuevo arte.
POSTIMPRESIONISMO, término que engloba los diferentes estilos pictóricos que sucedieron en Francia al impresionismo, entre 1880 y 1905 aproximadamente. Fue acuñado por el crítico británico Roger Fry en 1910, con motivo de la exposición celebrada en Londres de pinturas de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh. Además de estos tres artistas, también se incluyen en esta corriente Henri de Toulouse-Lautrec y Georges Seurat.
Aunque los postimpresionistas basaron su obra en el uso del color experimentado por los impresionistas, reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo. Seurat, denominado neoimpresionista por sus criterios más próximos al impresionismo, inventó una técnica denominada puntillismo, cuyo ejemplo más destacado es el cuadro Un domingo de verano en la Grande Jatte (1884-1886, Instituto de Arte de Chicago).
La obra de Cézanne, Gauguin y Van Gogh se caracterizó por un uso expresivo del color y una mayor libertad formal. Cézanne se interesó por resaltar las cualidades materiales de la pintura, representando seres vivos y paisajes, volúmenes y relaciones entre superficies, como en Pinos y rocas (1895-1898, Museo de Arte Moderno, Nueva York). Su interés por las formas geométricas y la luz prismática inherente en la percepción de la naturaleza anticipó los experimentos del cubismo.
Gauguin, en un intento por conseguir la capacidad comunicadora del arte popular, se centró en la representación a base de superficies planas y decorativas, como se aprecia en la obra Calvario bretón (1889, Palacio de Bellas Artes, Bruselas). Van Gogh, por su parte, se aproximó a la naturaleza con vigorosas pinceladas coloristas, evocadoras de las emociones internas del artista. Su experimentación subjetiva, ejemplificada en Noche estrellada (1889, Museo de Arte Moderno de Nueva York), preludió el expresionismo. Toulouse-Lautrec estuvo fuertemente influido por las composiciones lineales de los grabados japoneses, y su obra se caracterizó por los intensos grabados de contorno y los colores planos.
Otros movimientos artísticos posteriores, como el cubismo, el expresionismo, el fauvismo, el surrealismo y el futurismo, presentaron algunas de las características de la pintura impresionista: la libertad expresiva del artista y el énfasis en el concepto abstracto del arte. En concreto, las vanguardias artísticas del siglo XX reflejaron la nueva interpretación del mundo preconizada por Cézanne, Gauguin y Van Gogh.

Otros Movimientos artísticos del siglo XIX

PRERRAFAELISTAS
La Hermandad Prerrafaelista (Pre-Raphaelite Brotherhood) fue una asociación de pintores, poetas y críticos ingleses, fundada en 1848 en Londres por John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt. La Hermandad duró como grupo constituido apenas un lustro, pero su influencia se dejó sentir en la pintura inglesa hasta entrado el siglo XX.
Los prerrafaelistas rechazaban el arte académico predominante en la Inglaterra del siglo XIX, centrando sus críticas en Sir Joshua Reynolds, fundador de la Royal Academy of Arts. Desde su punto de vista, la pintura académica imperante no hacía sino perpetuar el manierismo de la pintura italiana posterior a Rafael y Miguel Ángel, con composiciones elegantes pero vacuas y carentes de sinceridad. Por esa razón, ellos propugnaban el regreso al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a Rafael (de ahí el nombre del grupo), a los que consideraban más auténticos.
Su arte, fundado en la fidelidad a la naturaleza, no está desprovisto, sin embargo, de sensibilidad eminentemente intelectual; fue apoyado y estimulado por el teórico John Ruskin (1819-1900).

Art Nouveau (Modernismo)
Modernismo es el termino con el que se designa a una corriente de renovación artística desarrollada a finales del siglo XIX y principios del XX. Según los distintos países, recibió diversas denominaciones: Art Nouveau (en Bélgica y Francia), Modern Style (en Inglaterra), Sezession (en Austria), Jugendstil (en Alemania y Países Nórdicos), Liberty (en Estados Unidos), Floreale (en Italia), y Modernismo (en España e Hispanoamérica). Si bien existe cierta relación que los hace reconocibles como parte de la misma corriente, en cada país su desarrollo se expresó con características distintivas.Se distingue por su creatividad, el gusto por lo refinado, el deseo de salir de la realidad cotidiana y de conocer otras culturas y costumbres.
Todas estas denominaciones hacen referencia a la intención de crear un arte nuevo, llevando a cabo una ruptura con los estilos dominantes en la época, tales como el historicismo o el eclecticismo. Se trata de crear una estética nueva, en la que predominan la inspiración en la naturaleza a la vez que se incorporan novedades derivadas de la revolución industrial. Y así en arquitectura es frecuente el empleo del hierro y el cristal. Sin embargo, es igualmente una reacción a la pobre estética de la arquitectura en hierro, tan en boga por esos años.
En gran medida sus aspiraciones se basan en las ideas de John Ruskin y William Morris, que podemos resumir en democratizar la belleza en el sentido de que hasta los objetos más cotidianos tengan valor estético y sean asequibles a toda la población (socialización del arte), aunque sin utilizar las nuevas técnicas de producción masiva. El modernismo no sólo se da en las artes mayores, sino también en el diseño de mobiliario y todo tipo de objetos útiles en la vida cotidiana. A menudo los artistas modernistas son artistas "integrales", pues no sólo diseñan edificios, sino los muebles y otros enseres de uso diario. Así pues muchos arquitectos modernistas son también diseñadores, pues sus creaciones no se limitan al edificio en sí, dado que también elaboran su decoración y los utensilios que ha de contener. Consecuentemente se dio en arquitectura, pintura, escultura y en las artes decorativas (muebles, herrajes, lámparas, joyas, carteles, etc.).
Las características que en general permiten reconocer al modernismo decorativo propiamente dicho son:
La inspiración en la naturaleza y el uso profuso de elementos de origen natural pero con preferencia en los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico entrelazándose con el motivo central.
El uso de la línea curva y la asimetría, tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración.
Una fuerte tendencia al uso de imágenes femeninas, las cuales se muestran en actitudes delicadas y gráciles, con un aprovechamiento generoso de las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas.
La libertad en el uso de motivos de tipo exótico, sean éstos de pura fantasía o con inspiración en distintas culturas, como por ejemplo el uso de estampas japonesas , que se ve en el gusto por la curva.

Simbolismo
Movimiento literario y artístico que apareció en Francia como reacción contra el naturalismo impresionista, el realismo y el cientificismo. Renunciando representar las apariencias, los simbolistas trataron de espresar la Idea, con lo que otorgaron un lugar importante a lo imaginario.
Gustave Moreau, Puvis de Chavannes, Odilon Redon y Eugène Carriere estuvieron en el origen de este proyecto y se comprometieron en una via idealista, al margen del arte oficial y de los impresionistas. El simbolismo no constituyó un movimiento delimitado. Se puede definir mas que por una orientación teórica unitaria, por la valoración de las individualidades y las obras: Félicien Rops, Fernand Khnopff, Arnold Böcklin, Ferdinand Holder, etc. Todos estos pintores se postulaban en contra del materialismo y el productivismo de la era industrial, asi como de la estética del naturalismo, y se orientaban hacia la perspectiva de un arte sin relación directa con la realidad. Proclamaban un lenguaje plástico a partir del cual explotaban las imágenes características del mundo de los sueños y de los mitos.

Los Nabís
Grupos de pintores que, animado por Paul Serusier e influido por Gauguin y por el simbolismo, comenzó a reunirse en París en 1889. Los artistas de este grupo, unidos sobre todo por lazos de amistad y de admiración mutua, solo tuvieron de verdad en común la denominación que ellos mismos se dieron (nabí significa profeta en hebreo). Además de Serusier hay que mencionar a P. Bonnard, E. Vouillard, M. Denis, F. Valloton, entre otros.
Su máxima ambición se cifró en devolver a la pinura una función decorativa, suprimiendo para ello el modelado y simplificando los tonos. Se inspiraron tanto en el sintetismo de Gauguin como en la estampa japonesa, en los prerrafaelistas ingleses como en la imaginería popular. Dado que cada uno de ellos tenía su propio temperamento, el movimiento nabí nunca fué una escuela, y cada uno de sus componentes siguió su propio camino, lo que no les impidió celebrar varias exposiciones colectivas.